Descubriendo Vietnam

Nueva vida en la puerta de Buda

nbsp; nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp;nbsp; Situada en la ribera del río Rojo, en el barrio de Bo De, distrito de Long Bien, en Hanoi, la pagoda Bo De es hogar de niños abandonados, los niños de las calles, así como de los ancianos desamparados y las mujeres desafortunadas. Durante decenas de años, muchas de esas personas han revivido en esta puerta de Buda.

 

 


 

La pagoda Bo De, hogar de muchas personas desafortunadas.


Los niños con la monja Thich Dam Lan ante el altar de Buda .


La monja Thich Dam Lan es feliz con su querido niño .


Los niños de la pagoda Bo De son enviados a la escuela .


Los niños abandonados son mantenidos en la pagoda Bo De .

Por Vuong Mo - Fotos: An Thanh Dat

 

Situada en la ribera del río Rojo, en el barrio de Bo De, distrito de Long Bien, en Hanoi, la pagoda Bo De es hogar de niños abandonados, los niños de las calles, así como de los ancianos desamparados y las mujeres desafortunadas. Durante decenas de años, muchas de esas personas han revivido en esta puerta de Buda.

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“Nunca olvidaré el llanto del bebé en aquella fría noche”, recordó la monja Thich Dam Lan, sacristana de la pagoda Bo De. Con aquel llanto empezó su viaje de salvación de vidas infortunadas.

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En una noche lluviosa, se despertó por los gritos de un bebé que lloraba en la puerta de la pagoda; la monja entró a la niña y la calentó. Con el tiempo, la niña creció entre los abrazos benévolos de los monjes y las monjas, quienes la cuidaron como progenitores reales.

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Quedamos conmovidos al ver la imagen de Phan Thi Cuc y “su hija” Thich Minh Trang. Cuc enfermó y quedó paralizada cuando tenía 10 años. En 2005, a través de la televisión, se enteró de que muchos niños desafortunados son criados caritativamente en la pagoda Bo De. Decidió dejar su casa, tomó un ómnibus desde Huu Lung, en la provincia de Lang Son hasta la pagoda, y pidió quedarse para atender a los niños. “Cuando llegué a la pagoda, fui asignada al cuidado de la niña Minh Trang, quien había sido abandonada en aquel momento. Ella ahora tiene ya 3 años. Ven, es muy bonita”. Cuc nos hablaba y abrazaba feliz a la pequeña. Aunque se mueve en silla de ruedas, Cuc siempre trata de darle a su hija la mejor atención, y le dedica todo su amor y afecto.

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En la pagoda, ocho “madres” con grandes corazones cuidan a nueve niños abandonados, que tienen desde más de un mes de nacidos hasta tres o cuatro años de edad. Cuando crezcan, serán enviados a las escuelas, al igual que sus hermanos y hermanas mayores que fueron criados por “sus madres”. La mayor, que fue criada desde que nació, tiene ahora 20 años de edad. Muchos de los más grandes ya están casados y tienen trabajos estables. En la actualidad, la pagoda mantiene a cuatro muchachos que estudian en las universidades, en las carreras de turismo, lengua inglesa y tecnología informática; 16 estudian en escuelas secundarias y preuniversitarias, otros 12 en primarias y tres niños están en guardería infantil. La pagoda cuida además a algunos niños con retraso mental. Nguyen Van Tuan, de 9no grado en la escuela secundaria Bo De, en Hanoi, nos habló con emoción: “Estoy muy agradecido a los monjes y las madres adoptivas de la pagoda. Desearía poder estudiar mucho más para tener una vida feliz en el futuro”.

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La pagoda Bo De es también el hogar de decenas de mujeres con dificultades especiales, ancianos solos, que debieron vagabundear para ganarse la vida… En este sitio, los niños son atendidos por las mujeres que están recibiendo asistencia de la pagoda, los más grandes se concentran en el estudio y realizan trabajos simples para ayudar al centro, los ancianos participan en las actividades cotidianas o preparan las comidas. Todos consideran a la pagoda como su gran familia.

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La monja cuida a los niños infortunados.

Una cosa curiosa es que seis de los siete hijos de la familia de la monja Thich Dam Lan se hicieron monjes y monjas, y residen en las pagodas grandes de Hanoi y Hai Phong. Thich Dam Lan entró a la pagoda Bo De cuando tenía 16 años de edad. Durante 36 años, ella y otros monjes han convertido a Bo De, que era un establecimiento aislado entre bejucos, en una pagoda espaciosa y bonita, destino de numerosos seguidores budistas. Durante la comida servida en la pagoda, nos contaron sobre muchas vidas desafortunadas, que fueron salvadas por la monja Thich Dam Lan, y otras anécdotas acerca de los tiempos difíciles de la institución. Thich Dam Lan nos relató: “Hubo tiempos en que tenía que sembrar los vegetales que comía, hubo veces en que los mendigos venían a pedir comida y la pagoda no tenía, y tuve que tomar los inciensos para que los vendieran en el mercado…”

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El amor y la benevolencia de Thich Dam Lan y otras monjas y monjes de la pagoda Bo De han revitalizado la vida de muchas personas infortunadas.

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