La noche en Hoi An es siempre profunda, por lo que el visitante se siente tranquilo y en familia, como si estuviera en su lugar de origen.
A lo largo de las pequeñas calles hay casas antiguas con hileras de faroles colgados en las entradas, esparciendo cálida luz de color rojo o amarillo. Hay tiendas que venden artículos de souvenir con características típicas de la ciudad, tales como faroles de tela, prendas de seda, juguetes de terracota y objetos de bellas artes de bambú, mimbre, cobre y madera.

En las aceras, bajo la sombra de las buganvillas salpicadas de flores se encuentran pequeñas cafeterías, dentro de las cuales puede disfrutarse de un plato de fideos de Quang Nam, o tomarse un café en un ambiente tranquilo lleno de música suave y luz de las velas de color amarillo brillante.

Por la noche, las calles están siempre llenas de gente, pero el ambiente no es demasiado ruidoso como en otros destinos turísticos. Todos caminan lentamente para disfrutar de la vida en la calle en un ambiente apacible.
 

Las calles junto al río Hoai crean la escena más hermosa. A altas horas de la noche, el río se ve más resplandeciente a la luz de los faroles decorativos de colores en las calles en ambas orillas. El canto de un grupo de cantantes Bai Choi se vuelve más y más emocionante, moviendo a los visitantes a dejar de ver los juegos populares y disfrutar de los duetos de amor entonados por muchachos y muchachas. No muy lejos, cerca de la pagoda Cau (Puente), muchos transeúntes se interesan en las suaves canciones populares interpretadas en las aceras por los jóvenes de Hoi An. Un poco más adelante, hay una clase de canciones populares para los niños. A la luz amarilla, alrededor de diez pequeños están sentados en silencio para aprender a entonar los aires populares y parecen aves jóvenes aprendiendo a cantar.

Hoy en Hoi An los visitantes también tienen la oportunidad de tomar un crucero por el río Hoai para escuchar las canciones populares en la noche. En un barco de madera que flota lentamente sobre el río con la suave brisa, se sientan a la tenue luz amarilla de una lámpara resistente al viento colgada en el mástil para escuchar a las niñas interpretando los cantos Quang. La rústica melodía se extiende suavemente sobre el río y relaja a los oyentes.

Como de costumbre, en la noche del 14 de cada mes lunar, todos en la ciudad apagan las luces eléctricas y cuelgan farolillos de colores en el frente de sus casas. Esta es una práctica que ha existido por más de 300 años. En la quietud de la noche, la ciudad se ve más hermosa a la luz de la luna. La fragancia de incienso en una bandeja de ofrendas colocadas bajo el alero frontal torna al ambiente más brillante y espléndido.

Cientos de años han pasado, pero Hoi An conserva las características de la próspera ciudad portuaria del pasado. Más importante aún, en el espacio arquitectónico que ha sido reconocido como Patrimonio de la Humanidad, los residentes siguen siendo igual de sencillos, ardientes y decentes, como lo fueron en el pasado. Al parecer, la vida ruidosa de los tiempos modernos no puede hacer cambios en su estilo de vida ni incluso en sus pensamientos.
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Por Tran Thanh Giang - Fotos: Trang Linh y Tran Thanh Giang