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Líder partidista resalta la unidad nacional como clave para impulsar desarrollo de Vietnam
Hanoi (VNA)- En su artículo "El poder de la unidad", el secretario general del Partido Comunista de Vietnam, To Lam, reafirma que la unidad nacional es el principio rector y la garantía del éxito en el proceso actual de racionalización y reorganización administrativa, cuyo objetivo es crear espacio para el desarrollo sostenible del país y brindar felicidad al pueblo.

El secretario general del Partido Comunista de Vietnam, To Lam. (Fuente: VNA)
A continuación, la Agencia Vietnamita de Noticias les presenta el texto íntegro del artículo.
EL PODER DE LA UNIDAD
To Lam
Secretario general del Comité Central del Partido Comunista de Vietnam
“Unidad, unidad, gran unidad – Éxito, éxito, gran éxito” – La célebre frase del Presidente Ho Chi Minh, pronunciada a mediados del siglo XX, conserva hasta hoy su plena vigencia. La fuerza del espíritu de unidad no solo es una lección extraída de la práctica milenaria de la vida humana, sino también el origen de los grandes logros de la sociedad. Esta afirmación es especialmente cierta en la historia revolucionaria de Vietnam durante casi un siglo. En la actualidad, cuando todo el país está llevando a cabo la política de reorganizar y racionalizar el aparato organizativo del sistema político, fusionar unidades administrativas, “reordenar la tierra natal” y organizar un espacio de desarrollo sostenible para la nación, el espíritu de unidad debe ser promovido más que nunca. Con la visión estratégica y el liderazgo firme del Partido, mantenemos y promovemos decididamente la gran unidad nacional, considerándola la “fuente vital”, el “hilo rojo” que garantiza que todas las líneas y políticas del Partido y del Estado se implementen de manera completa, coherente y eficaz, respondiendo de la mejor manera a las aspiraciones legítimas del pueblo.
Unidad – verdad de todos los tiempos
Desde los albores de la humanidad, el espíritu comunitario y la unidad han sido factores vitales para la existencia y el desarrollo de la sociedad humana. Nuestros antepasados lo resumieron en un proverbio: “Un árbol solo no hace una colina, pero tres árboles juntos forman una montaña alta”. El poder colectivo siempre supera la suma de fuerzas individuales; un “haz de palillos” siempre es más fuerte que un “par de palillos”. Cuando las personas saben unirse, solidarizarse y trabajar juntas con una misma voluntad, su fuerza se multiplica exponencialmente, capaz de superar todas las dificultades y peligros. La historia de las naciones del mundo demuestra que una comunidad cohesionada tiene la capacidad de vencer desastres y enemigos, mientras que la división y la desunión sólo conducen al declive. Por ello, el mensaje “la unidad es fuerza” se ha convertido en una verdad universal, transmitida en todos los sistemas sociales a lo largo de miles de años.
En la historia de la construcción y defensa del pueblo vietnamita, el espíritu de unidad se manifiesta aún más claramente y se ha convertido en una tradición valiosa. Desde la época de Van Lang y Au Lac hasta las dinastías Dinh-Le-Ly-Tran y la actualidad, la fuerza de la unidad nacional siempre ha sido priorizada. El desarrollo social, la estabilidad territorial y la expansión del país son resultado directo de esta fuerza unificadora. El gran pensador Nguyễn Trãi sintetizó este principio al afirmar: “El pueblo es quien impulsa la barca, pero también quien puede volcarla”, “Solo cuando la barca se hunde, se comprende que el pueblo es como el agua”. En otra ocasión escribió: “Oficiales y soldados unidos como padre e hijo, compartiendo con dulzura el agua del río y el vino en sus copas”. Estas lecciones históricas están profundamente arraigadas en el pensamiento de nuestros ancestros: “aunque mil caminos sean difíciles, si el pueblo está de acuerdo, todo se supera”. Cuando el pueblo está unido y las autoridades comparten una misma voluntad, ninguna fuerza invasora puede doblegar a nuestra nación.
En particular, desde la llegada del liderazgo del Partido Comunista, la tradición de gran unidad nacional ha alcanzado nuevas alturas. El Presidente Ho Chi Minh fue un brillante heredero del espíritu de “el pueblo como raíz” de la nación, aplicando creativamente el marxismo-leninismo, forjando una alianza entre obreros, campesinos e intelectuales, y ampliando un Frente de Unidad Nacional. Él afirmó: “La unidad es nuestra fuerza. Si nos unimos estrechamente, podremos superar cualquier dificultad, aprovechar toda oportunidad y cumplir con las tareas que el pueblo nos confía”. La historia de la revolución vietnamita ha demostrado esa enseñanza: cuando el pueblo está unido como uno solo, nuestro país goza de independencia y libertad; por el contrario, cuando hay desunión, sufrimos invasiones. Desde la Revolución de Agosto de 1945, la victoria de Dien Bien Phu en 1954, hasta la Gran Victoria de la Primavera de 1975 y hasta hoy, todos esos hitos gloriosos son la cristalización del poder de la gran unidad nacional – desde el profundo patriotismo hasta la voluntad de “es mejor sacrificarlo todo, pero definitivamente no perder el país, no volver a ser esclavos” . Fue precisamente la fuerza del pueblo, la cooperación solidaria de millones de vietnamitas patriotas, lo que permitió vencer a los imperios más poderosos del siglo XX. La posición, el potencial y el prestigio internacional que disfrutamos hoy han sido forjados, en gran medida, por la fuerza de la unidad nacional.
Por el contrario, la historia también está llena de dolorosas lecciones de fracasos causados por la falta de unidad. La lucha contra el colonialismo a finales del siglo XIX fracasó, en parte, por la incapacidad de unificar al país en un bloque cohesionado. Muchas insurrecciones heroicas fueron finalmente sofocadas por la falta de coordinación y de una voluntad común entre las fuerzas y líderes de la época. La lección de “divididos, morimos” sigue vigente: un solo conflicto o división interna es suficiente para debilitar al colectivo y permitir que el enemigo “divida para conquistar”. En el plano global, la caída de algunos partidos y regímenes también demuestra que, cuando se rompe la unidad dentro del Partido o de la sociedad, y cuando los intereses de grupo o el pensamiento sectario superan el objetivo común, el fracaso es inevitable. En cambio, una unidad sólida es una “fuerza invencible” que crea un poder extraordinario para superar cualquier dificultad y lograr grandes victorias.
Las experiencias históricas revelan una verdad fundamental: la unidad es la clave para la supervivencia y el éxito de toda revolución. Gracias a la unidad, convertimos el peligro en seguridad, neutralizamos todas las conspiraciones del enemigo destinadas a dividirnos. Por el contrario, la pérdida de unidad, aunque sea parcial, debilita la fuerza e incluso destruye los logros revolucionarios. Por eso, construir y preservar la unidad debe ser siempre la máxima prioridad de toda organización revolucionaria genuina.
Unidad es una estrategia constante del Partido
Desde su fundación, el Partido Comunista de Vietnam (PCV) ha mantenido con firmeza la política de gran unidad nacional, considerándola tanto un objetivo como una fuente de fuerza decisiva para el triunfo de la causa revolucionaria. El Partido siempre ha definido que mantener la unidad interna es un principio vital en el trabajo de construcción del Partido. A lo largo del proceso revolucionario, nuestro Partido ha promulgado numerosas resoluciones e instrucciones para consolidar y promover la fuerza de la unidad. Ya en 1943, el Partido lanzó el Esquema sobre la Cultura de Vietnam con tres principios de movilización, entre los cuales se incluye la "popularización", es decir, todo debe hacerse en beneficio del pueblo y debe contar con la amplia participación de las masas. El 3 de febrero de 1969, el Presidente Ho Chi Minh, en su escrito “Elevar la moral revolucionaria, erradicar completamente el individualismo”, advirtió que el faccionalismo y el localismo son enemigos de la unidad y deben ser eliminados con determinación. Antes de su partida física, en su Testamento (1969), exhortó al Partido a preservar la unidad como se cuida la pupila de los ojos. Siguiendo sus enseñanzas, el Partido ha definido que mantener la unidad interna es un principio fundamental, un requisito primordial en la construcción del Partido. La fuerza de una nación reside en la unidad y cohesión entre el gobierno y el pueblo.
Nuestro Partido ha emitido resoluciones temáticas sobre la promoción del poder de la gran unidad nacional. La Resolución número 23-NQ/TW del séptimo Pleno del Comité Central del PCV del IX mandato (2003) estableció por primera vez la tarea de “promover el poder de la gran unidad nacional por un pueblo próspero, un país fuerte, una sociedad justa, democrática y civilizada”. Veinte años después, en el octavo Pleno del Comité Central del PCV del XIII mandato (2023), el Partido continuó promulgando la Resolución número 43-NQ/TW (2023) sobre el fortalecimiento de la tradición y la fuerza de la gran unidad en la nueva etapa. La Resolución 43 reafirma una vez más: La gran unidad nacional es una valiosa tradición y una política estratégica constante del Partido. También es una fuente de gran fuerza y un factor decisivo para todas las victorias en la causa de construcción y defensa de la Patria. La Resolución también señala que la unidad dentro del Partido es el núcleo para construir la unidad en todo el sistema político y en toda la sociedad: primero, dentro del propio Partido, desde el nivel central hasta las bases, debe existir una verdadera unidad en la voluntad y en la acción; cada cuadro y militante debe anteponer el interés común, cumplir estrictamente con la disciplina y prevenir toda manifestación de faccionalismo o “intereses de grupo” que pueda dañar la unidad.
La necesidad imperiosa de la renovación
Nuestro país está llevando a cabo de manera decidida la política de renovación propuesta por nuestro Partido desde el VI Congreso, realizando reformas profundas en la organización y estructura del sistema político; reorganizando las unidades administrativas a todos los niveles y poniendo en marcha el modelo de gobierno local de dos niveles. El objetivo es racionalizar el aparato administrativo, mejorar la eficiencia y efectividad en la gestión y gobernanza estatal, al mismo tiempo que se implementa una mayor descentralización y delegación de poderes a los gobiernos locales. Este modelo no solo elimina los niveles intermedios innecesarios, sino que, lo más importante, reorganiza el espacio para un desarrollo sostenible, de modo que el gobierno esté más cerca del pueblo, lo escuche, lo sirva mejor y trabaje por su bienestar. El gobierno central también ha delimitado claramente las competencias y otorgado más autonomía a las administraciones locales, para que cada región pueda ser dinámica, creativa y desarrollar de acuerdo con la realidad local.
Desde el nivel central hasta el local están trabajando de manera drástica y sincronizada con el objetivo doble: racionalizar el aparato administrativo y, al mismo tiempo, aumentar la eficiencia y efectividad en la gestión, para servir mejor al pueblo, mejorando así la calidad de vida de la gente. Sin embargo, la racionalización del sistema político y la reorganización de las unidades administrativas también afecta e influye en una parte de los cuadros, militantes y funcionarios públicos, lo que requiere justicia, consenso y una alta determinación política, especialmente en cuanto al sacrificio de los intereses personales. Si falta unidad y cohesión en todo el sistema político, el proceso de implementación puede encontrar muchos obstáculos y problemas. Por lo tanto, la unidad es la clave del éxito de esta reforma. Es necesario una estrecha cooperación entre los organismos centrales y los gobiernos locales para resolver de manera oportuna las dificultades; la unidad del personal administrativo, los funcionarios públicos y el pueblo creará una base estable para la implementación efectiva del nuevo modelo. Nunca ha sido tan importante como ahora el requerimiento de “el consenso a todos los niveles” y “la fluidez vertical y horizontal” dentro de la estructura del sistema político.
En el proceso de reorganización del aparato político, la falta de unidad puede generar muchos desafíos y riesgos de división. Primero, hay preocupaciones dentro del equipo de funcionarios, ya que cuando se lleva a cabo la fusión, algunas personas perderán su puesto o tendrán que cambiar de trabajo. Si no se implementan políticas claras y razonables para los funcionarios afectados por este proceso, es fácil que surjan actitudes negativas y el estado de "aceptar a regañadientes", lo que causaría la pérdida de la unidad interna. Además, el sentimiento localista es un problema a tener en cuenta, ya que cada individuo tiene un afecto especial y un orgullo por su tierra natal, su lugar de origen o el lugar donde ha trabajado. Cuando se produce la fusión de localidades, las dudas sobre el nuevo nombre, la ubicación de la sede o la distribución del personal pueden generar comparaciones y tensiones, dificultando el proceso de unificación. Además, las diferencias en cultura, costumbres y niveles de desarrollo entre las unidades administrativas también suponen un gran desafío. La fusión entre una provincia montañosa y una provincia de llanura, o entre una provincia "rica" y una "pobre", requiere que el liderazgo sea realmente justo y tenga una visión amplia, para garantizar un equilibrio en los recursos y la armonización de los intereses del desarrollo. La falta de equidad en la distribución de los recursos puede llevar fácilmente a desigualdades regionales, lo que socavaría la unidad general. Mientras tanto, las fuerzas hostiles siempre están dispuestas a aprovechar estas dificultades para difundir rumores, sembrar discordia entre el Partido, el gobierno y el pueblo. Si los funcionarios, militantes y el pueblo no están alerta, pueden caer en estas conspiraciones, lo que afectaría seriamente los objetivos de la reorganización administrativa y la estabilidad y el desarrollo del país.
En resumen, la falta de unidad y consenso desviará o limitará la efectividad del funcionamiento de la administración. Por lo tanto, mantener la unidad es la tarea primordial, la condición previa para que todas las demás reformas se lleven a cabo de manera fluida:
Para preservar y fortalecer la unidad en el nuevo espacio de desarrollo, es necesario implementar de manera sincronizada algunas soluciones clave, como las siguientes:
Primero, fortalecer el liderazgo y la dirección unificada. En la etapa de reorganización del sistema político, el rol del liderazgo centralizado, desde el nivel central hasta el local, debe mantenerse y potenciarse al máximo. Los comités partidistas y gobiernos a todos los niveles deben garantizar la unidad en la implementación de las resoluciones, conclusiones, instrucciones y directrices del Comité Central del PCV, evitando el localismo y la actuación contraria a las normativas generales. Al mismo tiempo, es necesario maximizar el rol del Frente de la Patria y de las organizaciones sociopolíticas en la movilización y organización del pueblo, creando un amplio consenso. Todas las políticas y directrices, en su construcción y ejecución, deben poner los intereses del pueblo en el centro, estrechando los lazos entre el Partido y el pueblo, asegurándose de que el pueblo entienda, confíe, apoye y respalde activamente.
Segundo, resaltar la responsabilidad ejemplar de los funcionarios y miembros del Partido, especialmente de los líderes. Cada funcionario y militante debe ser un verdadero modelo en la preservación de la unidad interna, siempre poniendo el interés común por encima del personal. El proceso de reorganización y asignación de funcionarios después de la fusión debe llevarse a cabo de manera pública, transparente, garantizando la equidad y basándose en criterios claros, combatiendo decididamente las manifestaciones de faccionalismo, "intereses de grupo" o localismo regional. Paralelamente, la disciplina administrativa debe fortalecerse de manera significativa para prevenir y corregir de manera oportuna las actitudes negativas y la inercia durante el período de transición. En particular, es fundamental reconocer y premiar regularmente a las personas y colectivos que sacrifican sus intereses personales por el bien común, creando motivación y difundiendo el espíritu de unidad en beneficio de todos dentro del sistema.
Tercero, continuar perfeccionando las políticas y leyes para garantizar la armonización de los intereses y la equidad social, contribuyendo al fortalecimiento de la unidad durante el proceso de reestructuración. Es necesario seguir desarrollando, promulgando y aplicando políticas de apoyo adecuadas y prácticas para las localidades y funcionarios que se ven directamente afectados por el proceso de fusión, desde políticas de apoyo financiero, subsidios, incentivos, recompensas y estímulos, hasta el trabajo en bienestar social y la inversión en infraestructuras para las nuevas localidades fusionadas. Además, es necesario revisar, corregir y complementar oportunamente las normativas legales relacionadas, asegurando su coherencia, claridad y facilidad de implementación, reduciendo al mínimo los obstáculos legales. El trabajo de supervisión y control sobre la implementación de las leyes debe ser fortalecido, sancionando severamente cualquier acto de violación para mantener el orden y el cumplimiento de la ley, generando confianza y un amplio consenso en el pueblo.
Cuarto, promover intensamente el trabajo ideológico y la propaganda entre funcionarios, militantes y las distintas clases sociales sobre el significado y los beneficios de la reestructuración y racionalización del aparato, ayudando a todos a entender claramente que esta es una política correcta, necesaria y beneficiosa para el desarrollo a largo plazo del país, de modo que todos se unan y actúen de manera voluntaria. La propaganda debe combinar de manera efectiva la educación sobre la historia y la tradición de la unidad nacional con la explicación clara de las políticas específicas, la transparencia de la información sobre la hoja de ruta y los temas relacionados con el personal y los recursos financieros de la fusión. Al mismo tiempo, se debe luchar activamente contra las mentiras y distorsiones de las fuerzas hostiles, deteniendo a tiempo los rumores que puedan causar inestabilidad social. En particular, es crucial fortalecer el diálogo directo entre los líderes y el pueblo, ayudando a resolver preocupaciones y dudas, consolidando firmemente la confianza y la unidad en toda la sociedad.
Quinto, fortalecer el "carácter del Partido" y la firmeza política en cada organización y miembro del Partido. Todos los funcionarios y militantes deben mantener firmemente el interés común del país y del Partido por encima de todo, cumplir estrictamente con los principios de centralismo democrático y la disciplina del Partido. Las diferencias de opiniones internas deben discutirse de manera democrática, franca y constructiva; una vez alcanzado el consenso, debe haber unidad y un compromiso serio de implementar las decisiones, sin permitir en absoluto el faccionalismo ni el localismo que provoquen grietas en la unidad interna. Los líderes de las organizaciones del Partido deben ser el centro de unidad, el núcleo ejemplar en la resolución armoniosa de los conflictos que surjan, y siempre deben estar altamente alerta y decididos a luchar y derrotar cualquier conspiración para dividir o socavar la unidad de las fuerzas hostiles. Solo cuando haya unidad ideológica y de acción de todo el sistema, la cohesión del Partido y del pueblo será realmente sólida, creando la fuerza necesaria para llevar a cabo con éxito la reestructuración administrativa y llevar al país a una nueva etapa de desarrollo.
La unidad ha sido, es y siempre será la fuerza invencible de la revolución vietnamita. En esta etapa de reestructuración desafiante del sistema administrativo, ese espíritu debe ser profundizado y promovido al máximo. La historia nos ha encomendado una misión sumamente importante: construir un aparato racionalizado, eficaz y eficiente, que responda a las exigencias de desarrollo rápido y sostenible del país en la nueva era. Para cumplir con esta misión, no hay "arma" más poderosa y efectiva que la unidad de todo el sistema político y el apoyo del pueblo. Como lo resumió el Presidente Ho Chi Minh: "¡Unidad, unidad, gran unidad – Éxito, éxito, gran éxito!".
Bajo el liderazgo sabio del Partido, con la firmeza y la inteligencia colectiva junto con la sólida tradición de unidad nacional, el proceso de racionalización del sistema político, la reorganización de las unidades administrativas y la operación del gobierno local de dos niveles sin duda alcanzará buenos resultados, sentando las bases para llevar al país a una nueva etapa de desarrollo, como lo ha propuesto la Resolución del XIII Congreso del Partido. La fuerza de la unidad una vez más nos ayudará a superar todos los obstáculos, convirtiendo los desafíos en oportunidades, y llevará al país con firmeza hacia una nueva era, una de prosperidad, integración y desarrollo sostenible, por una vida feliz para el pueblo./.
VNA/VNP