La procesión nupcial de la etnia giay

La procesión nupcial de la etnia giay

Las costumbres nupciales del pueblo giay se han transmitido a través de muchas generaciones y son especialmente ricas en música y danza folclóricas. Una boda giay es como un festival para toda la aldea.

En el matrimonio, los giay prestan atención principalmente a las cualidades morales y a las tradiciones familiares de ambas partes. FOTO: VIET CUONG/VNP

 

Antes de la boda, las dos familias realizan las ceremonias de compromiso, de comparación de horóscopos y de pedida de mano. El día del casamiento, la comitiva del novio se dirige a la vivienda de la novia para la procesión nupcial.

Antes de partir, el joven se viste con un largo ao dai tradicional, cruzado con dos llamativas telas rojas, un sombrero negro y un paraguas del mismo color, lo que le confiere un aspecto elegante. El detalle más destacado de su atuendo es un pañuelo rosa que lleva en la mano. Este es un símbolo de buena suerte y felicidad que las mujeres de su familia le entregan. Las casamenteras y familiares del novio también eligen sus mejores vestimentas típicas para esta jornada tan especial.

 

El novio sólo puede entrar a la casa de la novia cuando se baja la cuerda roja.
 


 

A la hora señalada, la comitiva nupcial sale del hogar del novio y lleva los regalos de la dote al de la muchacha. Al frente del grupo va una banda de pi keo (o ken bau, instrumento de viento de doble lengüeta empleado en la música tradicional de Vietnam). El conjunto está compuesto por cinco personas: dos trompetistas, un platillero, un tamborilero y un campanillero. La procesión avanza con el sonido rítmico y melodioso de la alegre música.

 


Después de los ritos, la pareja regresa a la casa del novio con una alegre música.
 
Al llegar a la puerta de la novia, el grupo se detiene ante una cuerda roja atada a través de la entrada. Las casamenteras de la joven la esperan frente a una mesa con cuencos de agua rosada y copas de vino. La música de pi keo se detiene para dar paso a un canto folclórico improvisado. Las casamenteras de ambos lados se turnan para cantar. Ocasionalmente, rocían agua bendita sobre todos los presentes. Este canto improvisado dura unos minutos hasta que la familia de la muchacha se muestra satisfecha y retira la cuerda roja, poniendo así fin al ritual de apertura de la puerta. Las casamenteras levantan las copas de vino para brindar y luego entregan sobres y regalos, pidiendo permiso para entrar a la vivienda.
 

En el interior, la novia, vestida con un atuendo tradicional y con un pañuelo cuadrado de varios colores alrededor de la cabeza, cubierto por otro pañuelo rojo que le oculta el rostro, espera. Al entrar, el novio realiza el ritual de encender incienso para pedir permiso y llevarse a la novia.

Después de la ceremonia, la familia de la novia ofrece un banquete. Todos brindan por los cónyuges con cálidos tragos de vino de maíz e improvisan canciones sobre el significado de la familia y cómo comportarse en la vida matrimonial. Después, la pareja se acerca al altar de los antepasados para hacer una reverencia y pedir permiso para irse.

La procesión de regreso es aún más festiva. Los recién casados y todos los presentes marchan al ritmo de la melodía de la banda de pi keo, que llena el ambiente de alegría y felicidad. A lo largo del camino, se improvisan cantos. Las letras sinceras y humorísticas son como bendiciones y consejos para los recién casados. La atmósfera de la procesión nupcial es bulliciosa, pero también cálida y familiar, creando una ceremonia nupcial singular, hermosa y memorable para los giay./.

  • Por: VNP/Viet Cuong

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